jueves, 19 de abril de 2012

Como si no hubiese pasado el tiempo... Previa de la Javierada

Abrimos el armario y buscamos en el fondo algo especial. Muevo a un lado las perchas, y encuentro dentro del baúl mi querida mochila roja… Toca quitarle un poco el polvo, vaciar lo que hay dentro y prepararla para darle de nuevo uso. Ésta vez para que haga honor a su nombre: Mochila del peregrino (y no del voluntario, aunque también viene a ser lo mismo, ¿no?).

Comenzamos a vaciarla, y lo primero que sale es la pañoleta del campamento de Anleo. Con su amarillo pollo, y el nombre de mi grupo de niños inscrito en letras de fuego, los Lima Limón (aunque de lima nada de nada jajaja). Creo que va a ser imposible no detenerse a soltar un suspiro y recordar donde ha estado cada objeto cada vez que saque algo. Llevarla colgada por el cuello al estilo pirata, prestársela a algún niño despistado que aparezca sin ella para evitar que pierdan puntos… Por muy grandes que sean todos los que representa, son sólo recuerdos de 9 días geniales que hoy quedan un poco lejos…

Tras la pañoleta aparece un gorro rojo de la JMJ que no me entra en la cabeza, no porque me turbe el pensamiento, sino porque es de talla de bebé, por favor… Pero tras él, sale el verde, el de voluntario. El gorro de Mihaid- es el primer pensamiento que me viene a la cabeza-. Mihaid… “¡Kenneth, déjales! ¡Qué se busquen la vida!”. Y una sonrisa aparece en mi boca, cuando empiezo a recordar todas las frases míticas que marcaron aquellas 2 jornadas en Cuatro Vientos… A lo tonto, el gorrito me ha recordado tantas cosas tan extensas como para añadirlas aquí…

Después aparecen dos pañoletas, made in Italy, con un logo de la JMJ y un famiglia francescana impreso. Una morada, hallada entre los desperdicios que dejaron los italianos en la Solidaridad; y otra naranja, recuerdo de Elisabetta, y al verla en mis manos recuerdos sus palabras… Esta pañoleta es única, somos los únicos italianos que las tenemos porque somos los únicos franciscanos, y quiero que la tengas tú… Pero es un objeto que no se me hace tan extraño, ya lo llevé a Guadalupe a principios de octubre, para tener un recuerdo suyo conmigo, y porque su color naranja concuerda tanto con el del Bus 13 de Santiago (espero no irme ahora por otro lado jajaja =) ).

Y lo último que sale del bolsillo grande es una bandera de Italia que encontré también entre los desperdicios del alojamiento… Tenía un increíble nudo hecho que me llevó varios días deshacer, para luego encontrarme que tiene una horrorosa mancha de tinta azul que no quedó en la lavadora, y que supongo se deberá quedar ahí…

De otros bolsillos aparecen todas las guías que ya estaban olvidadas; eventos, restauración, consejos, Madrid, plano del metro, el libro del peregrino… Y del último, aparece la pintura de la bandera de España que compré en la tienda de la Gran Vía y la medicina… Nadie tiene amor + grande… Que sigue en su caja, ya que yo siempre llevo conmigo la que me dieron en Santiago… Qué pequeño regalo tan simple y tan grande…

Después de vaciar la mochila, toca pensar con que la llenaré ahora, para darle bien el uso de Mochila del peregrino. Esta vez nos llama la peregrinación al Castillo de Javier. Un lugar conocido de donde guardo muchos de los mejores recuerdos que tengo, de las dos visitas anteriores, que aún así, rememorándolas ahora me parecen miles y miles…
Cada uno sabrá como vive cada Javierada, pero yo tengo bien claro que mis andares anteriores conllevaron consigo un cambio increíble. Una felicidad única, unas amistades inseparables, una fe que, desde entonces, no me quita nadie. Puede que a veces se olvide, o que queden de lado todos aquellos sentimientos que son capaces de conseguir lo imposible y de iluminar lo más oscuro, pero siempre vuelven, siempre vuelve Él para cambiarlo todo...

La situación de esta Javierada es distinta a las anteriores. Las otras dos veces supusieron el punto de inflexión que marcaron todo el año. La línea de salida a experiencias tan grandes como la peregrinación a Santiago en 2010, o la JMJ el año pasado. En esta ocasión llega como un final a un camino que hemos seguido solos… Y su contexto es tan diferente, que me hace reflexionar más de mil maneras cómo vivirla. Yo solía ser el que llegaba hecho polvo y encontraba allí los mejores motivos para darlo todo. Ahora los motivos los tengo encontrados, la conciencia la tengo en su sitio, las intenciones, las voluntades y las esperanzas, están esperando algo tan necesario que me cuesta creer como ahora mismo mantengo esta llamita sin ello. Supongo que en ese sentido habré aprendido y madurado durante este último año, pero eso no me quita la inmensa necesidad que tengo de esta peregrinación.

Faltan muchos. Muchísimos. Personas que desde que llegaron a mi vida nunca habían dejado de acompañarme en mi camino, haciendo cada paso más y más único. Y ahora que no van a estar, no quiero hacer pronósticos, porque sin duda serían negativos… No quiero gafismos, sólo quiero echarles de menos, y volver a vivir lo antes posible algo tan grande juntos, sea en una peregrinación diocesana, o lanzándonos a la aventura…

Al final, la mochila ya tiene lo necesario, aunque falten algunas cosillas sueltas... Esta vez, en vez de una pañoleta naranja (que supongo también llevaré) irá conmigo el Angry Bird que me regaló Peter... =).

Pero en ella también va una chapita de la Virgen, todas las malas sensaciones que inundan mi pensamiento, las decepciones que me he llevado y he causado a los demás (para dejarlas delante del Cristo sonriente) y la ilusión, de que de nuevo vivamos algo grande, progrese y luche hasta el final por lo que de verdad quiero.

Supongo que es una manera extraña de romper el silencio, ésto de volver a un blog “autobiográfico” pegando un salto de tres meses como si nada… Si alguien esperaba algo distinto, siento no ser capaz de escribir todo lo que pasa por mi cabeza, tres meses en los que todo queda en ella son demasiado, así ni yo me comprendo... Gracias a los que le echéis ganas a leer esta entrada, será que después de este tiempo seguíais esperando algo de mí.