miércoles, 13 de julio de 2011

Lecciones de alpinismo...

Estoy totalmente motivado para escribir. Cada día tengo más claro que tengo talento para ésto. Y es que que me digan cosas como que han estado llorando a moco tendido tras leer mis entradas, da mucho que reflexionar y plantearte sobre si estás haciendo bien las cosas... En ésta la entrada novena, ¿qué podría comentar? De primeras, estoy como loco por poder contar TODO lo que ha supuesto para mí la experiencia de ir de monitor de campamento. Simplemente, mil anécdotas que contar, lo mucho que me ha enseñado la organización, los demás monitores, la convivencia, los niños... Todo ello a través de Cristo, porque en muchísimas ocasiones íbamos improvisando cada juego, cada taller, cada momento, y nos iba saliendo, simplemente porque él estaba detrás amparándonos... La sensación que me traigo de allí es flipante, los flecos que quedan débiles son escasos y sin importancia, y la reflexión y los recuerdos son inolvidables...

Ahora ya de nuevo en la sociedad habitual, comienzas a recordar esa rutina que se te había olvidado, y que en algunos momentos consigue ocupar tu cabeza de nuevo con sus tonterías... Y es difícil evitarlo, porque no tienes a mano oportunidades en las que renovar esa felicidad, como pueden ser los encuentros, como con los colmenarienses... *-*

De todos modos, no voy a dedicarme a escribir aquí todo tipo de anécdotas, yo estoy como loco por contarlas, pero el que las quiera oír, tendrá que pasar un rato conmigo, por difícil que pueda ser coordinarse... ¿Es esa la palabra? Más bien lo difícil es tener voluntad para querer hacerlo...

Pero ahora mismo nada me desanima. Porque para conseguir lo que quiero necesito un apoyo que ahora mismo tengo...


¿Y quién no entendió el cuento del violín? La sensación que me dio es que no lo entendió nadie, y su enseñanza es muy importante... Muchas veces pensamos que la vida no está hecha para nosotros. Que nuestro esfuerzo no sirve para nada, porque nadie nos quiere. Que hagamos lo que hagamos no valdremos más de 5 euros. Pero en esos momentos de tristeza, es necesario que tengamos la Fe necesaria para salir adelante... Porque Cristo está ahí siempre, apoyándonos, y cuando más lo necesitemos, Él será el maestro que saque lo mejor de nosotros...


Y ahora, vayamos con la siguiente historia...


Hubo una vez un gran alpinista, que se propuso como objetivo escalar el Aconcagua... Había conquistado grandes cimas, pero el Aconcagua era uno de los picos que se le resistía desde su juventud, y se propuso por su vida llegar hasta el final... A pesar de los consejos de sus amigos por armarse con un equipo mínimo, él insistió en ir solo...
Los primeros pasos de su aventura fueron sencillos, y a medida que iba subiendo, la dificultad para respirar aumentaba... Pasaron algunos días, algunas noches... Hasta que llegó una madrugada en la que no fue capaz de dormir... Se encontraba a menos de 2 días de hacer cima. Y su ímpetu de ganador le impedía quedarse quieto, a esperar como amanecía. Se armó con su linterna, y a las 2 de la mañana comenzó su marcha nocturna... Se fue precipitando sobre una cornisa, cuando pisó una roca frágil y cayó hacia el vacío...


Un grito acompañó su oscura caída, y toda su vida le pasó por delante... Recordó a las personas que le querían y le aconsejaron no ir solo. Recordó las enseñanzas de su familia. Como había arribado todas las cimas anteriores... Y como su propio egoísmo le llevo a ese final...


Sin embargo, este alpinista no era tonto. Y como buen profesional, había ido clavando eslabones en la pared, y se quedó sujeto por el arnés... Eran las 3 y media de la mañana... Se encontraba colgado, a oscuras, sin posibilidad de aproximarse a la roca... El escalador era lo suficientemente listo como para saber que moriría de frío antes que de hambre, gracias a las bajas temperaturas de la madrugada argentina... Desesperado, comenzó a delirar...


- ¡¡Dios mío!! ¡¡Sálvame!!
- ¡¡Sácame de aquí, devuélveme la libertad!! Me arrepiento de no haberte escuchado a través de las personas que me quieren... Sé que puedes salvarme...


De repente, unos rayos de Sol aparecieron entre las nubes, y comenzó a percibirse una voz grave...


- Si de verdad crees en mí, y sabes que puedo salvarte, corta la cuerda...


El escalador oyó sus palabras, y comenzó a reflexionar... Sacó su cuchillo, y se quedó meditando durante horas...
Al perder el contacto con la emisora de radio, desde abajo mandaron a un equipo de emergencia en su búsqueda... Y tras varias horas de incertidumbre, encontraron al alpinista congelado, muerto y colgado a 2 metros de altura...

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