domingo, 18 de septiembre de 2011

Escribiendo sin querer.

Hoy es un día especial. Porque hoy es el final de todo lo bueno (no quiero decir que lo que viene ahora vaya a ser malo, porque también promete, pero si va a ser menos divertido...). Mañana es la queridísima "Vuelta al cole", y con ella toca poner fin a todo lo que he hecho de este verano, uno de los mejores de mi vida. Me he molestado en revisar alguna entrada antigua, para intentar comprender mis sensaciones en aquellos momentos, sólo 3 meses atrás cuando empecé a escribir, pero tras los cuales he aprendido a defenderme muchísimo más como persona y a la hora de desenvolverme en cualquier asunto de la sociedad actual. Y entre todo, me he dado cuenta de que el blog lo creé para escribir cosas que, como de costumbre, me he dejado en el tintero. Y es que lo fácil y directo que es escribir en twitter ( <----- que ahí sale en el gadget) hace que me olvide del blog. Y a veces me olvido hasta de Twitter porque resulta más satisfactorio y sencillo guardarte el pensamiento, aunque luego corras el riesgo de olvidarlo...

La verdad, siempre pensé que el verano del año pasado sería difícil de superar, porque aunque tuvo sus cosas malas, ya sean discusiones, lloros, pérdidas, accidentes... El año pasado fue Santiago... Y Santiago fue demasiado Santiago. Y saber que tengo que continuar el diario que en agosto empecé me provoca más ganas de hablar de Santiago. Pero con lo que me quedo de Santiago (y sigo... aunque no sé porqué porque no lo debería tocar) fue con todo lo que me traje de allí. Porque me traje a las mejores personas que he conocido en mi vida y que forman un cimiento imprescindible en ella, porque reforcé la muy buena amistad que me unía a mis amigos de parroquia, y porque, lo más importante, la inyección de Fe que recibí en aquellos momentos, de la palabra de Don Joaquín, de Don Rafael, del cardenal Stanislaw Rylko (la influencia que ha determinado este hombre en mi día a día se merecería una entrada para él solo), y las miles de cosas que nos pasaron, y que ante ellas, sean buenas o malas, solo puedes agradecer a Dios su regalo, son el indicador de que aquellos 9 días fueron los mejores de mi vida, y que por muchísimas más cosas que haga, el punto de inflexión que supuso en aquellos días para mí, que tanto lo necesitaba, no cambio absolutamente por nada del mundo aquella experiencia, ni ninguna de las que actualmente son capaces de acercarme al Señor.

Y sin darme cuenta, he terminado escribiendo un relato no breve, y que poco tiene que ver con lo que quería escribir en un principio, que era el fin de semana que he vivido, y que a su manera ha servido para recordarme Santiago, el campamento de julio, o la JMJ. Pero sabiendo que ya tengo sobre que escribir, intentaré pasarme más a menudo por blogger, porque teniendo en mente esa fuerza que inspira mi sonrisa, siempre hay algo que decir...

1 comentario:

  1. Un relato "no breve" -como dices- que me ha gustado.
    Chiquillo, aquí esperamos tus escritos, pero tú sin agobios, cuando puedas, aunque... siempre hay algo que decir.
    Un abrazo

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