martes, 21 de junio de 2011

Cómo estuvimos a 5 segundos de perderlo todo...

... y viviendo al límite, lo conseguimos. ¿Por qué lo llamo todo? Porque como ya hice en la entrada PostJavierada, la felicidad que me han dado ellos no me la ha dado nadie más en mi vida. Porque no son de esas personas que sólo aparecen de tanto en tanto, en alguna peregrinación, para simplemente preguntarles como les va la vida desde la última vez, sino porque Dios les pone ahí siempre, y más aún en los momentos en los que más les necesito (como ya pasó a finales de diciembre, en la Javierada o, sin ir más lejos, el domingo...) Y porque haber perdido ese tren, habría supuesto perderlo todo...


Todo comenzó unos días antes, organizando un viaje a Colmenar, para visitar a aquellas personas, con las que teníamos una deuda, por lo menos la mía era grande... El problema estaba en lo mal comunicado que está... Tras fallarnos 3 de las 9 personas que íbamos, me rompí la cabeza para buscar una manera de ahorrarnos 6 euros de tren y de bus... Y la pasta que nos ahorramos, nos costó más de 2 horas extra de viaje... El tren partía hacia Aranjuez a las 14:50, perderlo significaba perder el bus después en Aranjuez, e irse toda la quedada a la porra... Así que, situémonos en el domingo 19 de junio, en la estación de Fuenlabrada Central, a las 14:48... Phelipe, Miguel y yo, estamos esperando a que venga Sergio, con el tren arriba a punto de salir, y arrancándome todos los pelos de la cabeza, y maldiciendo a Sergio y a toda su familia por no entender el significado de las palabras puntualidad extrema... Pasaban los segundos como puñaladas, por las escaleras mecánicas el individuo no aparecía, Miguel bajaba angustiado profetizando la partida del tren... Cuando de repente, y sin verle venir, Sergio apareció por el ascensor. Eran las 14:51, el tren ya debía haber salido, pero ahí seguía... Le espererábamos junto al andén, pero sólo subían personas mayores, nuestro individuo no... Estábamos ya sujetando las puertas para que en el momento de cerrarse, ganásemos unos segundos, y justo cuando éstas comenzaron a hacerlo, Sergio asomó la cabeza, entrando los 4 a empujones, y terminando conmigo en el suelo, con las manos en la cabeza, y alucinando con lo mal que lo había pasado durante esos 6 minutos...
César no apareció por Atocha, y buenos dolores de cabeza me dió hasta que le localizamos y nos confirmo que no aparecería, y en Ciempo se nos unió JuanFe...


La tarde fue genial. De primeras, tuvimos una pequeña peregrinación hacia la parada del bus, a contrarreloj y sin saber a donde íbamos. Y tras una hora más de viaje, arrivamos en Colme... 


El reencuentro, por mi parte, cumplió todo lo que esperaba de él, que era salir de allí feliz, y habiendo pisado el bar Güiva ^^. Tuvimos tiempo de sentarnos en una terraza, de ver una cueva perdida (xD), de dar un portazo en la Ermita, de subir al Campanario de la Iglesia y pasarlo mal en unas escaleras de caracol y de ver "bebes palomas" O.O ... Pero desde luego, de recordar los tiempos pasados, de estar de nuevo juntos, y de dar gracias a Dios por ponerlos en mi vida.
El domingo sirvió para recordarme todas las cosas que tengo, y que no siempre veo, quizás porque unos edificios me les tapan, pero me desmostró una vez más, que puedes salir a la calle a buscar su reencuentro. Porque el que no les vea, no signifique que no estén ahí, porque como haría yo, ellos harían lo que fuese por vernos más a menudo... Y es ahora, en verano, cuando la rutina empaña nuestras vidas, cuando día tras día tienes que aguantar las mismas gilipolleces, la misma cobardía y la misma ignorancia, cuando más les echo de menos...

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