lunes, 1 de agosto de 2011

Unas cosas terminan, otras comienzan, pero algo nunca se olvida

Conseguido. Me ha llevado trece días aventurarme a volver a escribir en el blog. Y el motivo no podía ser mejor. Las cosas van bien. Los trece días que he estado sin escribir, han sido simplemente porque mi vida no ha tenido suficiente emoción como para poder contarlo. Porque, hay veces que para lo que hay que decir, es mejor callarse, y que te pregunten otros, y que sean ellos los que se lancen a arreglar las cosas. Pero mientras eso ocurre, va pasando un día tras otro, en los que para recordar que alguien me debe algo, no me afeito... Y creo que acabaré como Tom Hanks en Naúfrago, a diferencia de que yo no esperé tanto para salir a mar abierto en busca de civilización... Ahora bien, ¿qué ha pasado estos días?


Mi vida se ha estado basando en algo absurdo, que el año pasado ocupó toda mi mente durante mucho tiempo, y que sin embargo ahora solo es la conmemoración de aquello tan grande que consiguió cambiarme. Hoy, 31 de julio, todavía, fue el primero de los mejores 9 días de mi vida. En los que conocí al núcleo de personas que hoy iluminan mi vida en los momentos tristes. En los que se me enseñó a luchar por lo que quieres, que es lo que realmente merece la pena, lo que es la convivencia y el enfrentarse a adversidades que por mucho que te jodan te han tocado... En los que mi corazón cambio, y escogí un buen camino por el que actualmente sigo, y espero seguir y reforzarlo este agosto...


Profundizando más, tal día como hoy, salíamos de Fuenlabrada encomendando nuestro camino, hacia Ciempozuelos, en donde nos esperaba gente de allí y de Colmenar... Las presentaciones que acompañábamos con un "¡¡eeeehh!! ¡¡¡Macareeenaaa/ooo!!!" según fuese chica o chico el que salía, comenzar el viaje con la guitarra, con canciones de Melocos, o algunas de las "versiones migu" que compusimos para la ocasión... Recuerdo que paramos a comer, primando el buen ambiente, grabando un vídeo tirándole una zapatilla a Soler, poniéndole a Quini una de nuestras pañoletas naranjas en la calva y unas gafas jamaicanas... Ese naranja que tanto representó, y cuya pañoleta veo si inclino un poco mi cabeza hacia atrás... ¡Qué sensación más extraña y psicológica! 
En este primer día nuestro destino era Finisterre... Punto final del Camino de Santiago, considerado por los romanos como el fin de la tierra, debido a los impresionantes juegos de luces que se producen en sus aguas cada amanecer... (fotos en flickr, al principio...), llegamos sobre las 8, diría que era, al alojamiento, un colegio, y nos metieron, por lo menos a nosotros, a cada bus en una clase, y ya comenzamos llamando la atención, rompiendo uno de los cristales de la ventana... Aquellos primeros momentos marcaron tanto...


Tras una cena decente (teniendo en cuenta que la llevábamos nosotros y que todavía no tocaba comer de lata...) tuvimos una de las mejores veladas que he visto, por lo menos en el sentido de la intensidad... Comenzando con la presentación, en la que fueron enumerando los diferentes municipios que estaban representados por parte de la diócesis, dejaron a "Fuenla", como de costumbre, para el final... Y no es para menos viendo nuestra representación, que en este caso fue pequeña pero no tan escasa como en la actual posteridad... Seguidos de un increíble pique entre tíos y tías, en cuanto a bailes, canciones, gritos... Hay posiblemente dos imágenes que no olvidaré nunca. La primera, un montón de seminaristas y peregrinos levantando a Mateo al grito de "Yes we can! Yes we can!"... Y la otra, el sonido estremecedor que se produjo cuando, como desempate, hicimos el clásico grito de espartanos...


-¡¡ Vamos chicas !! Enseñémosles quien manda... ¡¡¡ESPARTANAS!!! ¿¡¿¡CUÁL ES VUESTRO OFICIO?!?!
-Auu auu auu...
*Risas despectivas por parte de los tíos...*
+¡¡Venga chavales!! ¿Quién manda aquí? ¡¡¡ESPARTANOS!!! ¿¡¿¡CUÁL ES VUESTRO OFICIO?!?!
+ ¡¡¡AAAUUU AAAUUU AAAUU!!!
                                                                                                                                          
Personalmente, esta entrada es de un índole personal, pues pretendo rememorar a mis compañeros lo que fueron aquellos momentos, en unos días en los que quizás no todos los recordamos, y aquellos en los cuales debí ser yo aquel reportero que además de las fotos, preparase las crónicas del Bus13 y finalmente apenas escribí en comparación con lo que habría sido capaz...


Para rematar el resumen, aquella noche en la que tuve al lado a George y a Juanfe, haciendo el imbécil con el churro hinchable, jugueteando con una navaja, diciendo gilipolleces sin sentido a Soler en mitad del silencio... Y sobre todo, esas interrupciones en la noche de las gaviotas, y las vulgaridades que se llegaron a oír...


Y sin olvidarme de las intenciones de mi blog, la historia que más me marcó del campamento, y que veo imprescindible añadir a todo esto...


Hace ya tiempo, en un pueblo pequeñito del norte español, había un chico que no destacaba en nada... Se llamaba Sisebuto... Sisebuto tenía 15 años, dejó de estudiar mucho tiempo atrás, y se pasaba el día ayudando a sus padres en las tareas domésticas... En sus ratos libres, acostumbraba a pasearse por encima de su cuerda de tender, pues a pesar de su falta de talento, en cuanto a equilibrio era un superdotado... Una tarde, su amigo Sebas le sorprendió en plena "actuación"...


-Pero... ¿ Pero qué haces Sisebuto ?
+Pues ir de un lado a otro de la cuerda...
-Espera un momento...
Sebas agarró una pértiga, se la acercó, y Sisebuto empezó a demostrar dotes de funambulista...
-¡Eres genial tío! Deberías hacerlo en el centro del pueblo, para asombrar a todos, y sacarnos una pasta, ahora que se acercan las fiestas, y viene mucha gente de los alrededores...
+¡¡Tienes razón!! ¡¡Vamos a ello!!


Y así, Sisebuto comenzó un estilo de vida, que le llenaba y le aportaba la felicidad que necesitaba, pero no le daba toda la libertad que él quería... Pasaron varios años, siguió actuando en las verbenas de pueblos, hasta que sus vecinos le aconsejaron...


-¡ Deberías buscar algo grande Sise ! Porque aquí sólo serás el pez gordo en el estanque pequeño, que entretiene a cuatro gatos una vez al año...


Con lo cual, siguiendo sus consejos, Sisebuto dejó todo atrás y se fue a ganarse la vida lejos de su hogar... Creció, se enamoró, se casó, tuvo hijos y consiguió una gran popularidad y una buena fortuna a nivel nacional... (Que buen resumen de su vida, ¿no?)


Un día, Sisebuto decidió a hacer algo grande. Algo por lo que todo el mundo le recordase durante años. Así que viajó a Nueva York, y se puso en contacto con los responsables de la zona, para cruzar las dos torres gemelas del World Trade Center... El acontecimiento obtuvo una propaganda desorbitada, y miles de personas se acomodaron en la plaza del WTC para presenciar el momento en el que Sisebuto cruzase de una torre a otra por medio de un cable...


Llegado el momento, agarró su pértiga, se subió a la planta número 85, de la que pendía el cable, y se dispuso a cruzar...


- ¿Creéis que puedo hacerlo?
+ ¡¡¡Si!!! Lo creemos - gritó toda la multitud que se agolpaba a sus pies
-¡¡Entonces lo haré!!


El público enmudeció. Él sabía que llevaba haciéndolo toda la vida. Camino, camino, camino... Cuando un grito rompió aquel silencio...


-¡¡¡¡¡Lo ha conseguido!!!!! 


El público le comenzó a aclamar... Desde la otra torre, la emoción que sentía Sisebuto al haberlo conseguido era bestial. Desde arriba distinguía a las personas más importantes que había en su vida, entre toda la multitud, como le acompañaban en ese momento tan especial su esposa, Sebas, su hijo...


Entonces entendió que tenía que hacer algo aún más grande... Soltó su pértiga, y anunció que lo iba a volver a cruzar dependiendo únicamente de su equilibrio...


-¿Creéis que puedo hacerlo?
+ ¡¡SII LO CREEMOS!!
-Entonces lo haré...


Camino, camino, camino... Cuando un grito rompió aquel silencio...


-¡¡¡¡Lo ha vuelto a conseguir!!!!


La misma sensación, la misma locura en aquellas personas, todo volvía a repetirse... Sisebuto se volvió loco, buscando algo con lo que volver a llamar su atención, y aumentar esa sensación de bienestar que le inundaba... Hasta que en mitad de la planta, encontró un monocilo...


-Ahora lo voy a cruzar con un monociclo, ¿Creéis que puedo hacerlo?
+ ¡¡Si!! ¡¡Lo creemos!!
- ¡Entonces lo haré!


Entonces Sisebuto pedaleó, pedaleó, pedaleó... Cuando un grito rompió aquel silencio...


+ ¡¡Lo hizo!!


Y con la gloria entre sus manos, a Sisebuto se le cruzaron los cables. Agarró lo primero que vio, sin celebrar siquiera su indudable logro, y volvió a gritar...


-Voy a volver a cruzar... ¡¡¡Con una carretilla!!!


El público se quedó en ese momento totalmente mudo...


-¿Creéis que puedo hacerlo? - preguntó Sisebuto con confianza...


Pero esta vez, nadie respondió. Sabían que él no podía. Pero no era eso. Sabían que si lo intentaba, moriría en el intento... Viéndose en una situación adversa a la que imaginaba, Sisebuto volvió a gritar...


-¿Creéis que puedo hacerlo?


Hasta que en aquel silencio, una voz de un gracioso interrumpió...


+¡Si!! ¡¡Lo creemos!!


Las miles de personas que presenciaban el espectáculo se volvieron y miraron con cara amenazante al hombre que demostró la poca educación de animar a Sisebuto a cometer aquel disparate... Desde aquella altura, el funambulista se dirigió al hombre...


-¿Crees que puedo hacerlo? ¡¡Entonces súbete en la carretilla...!!


De nuevo se hizo el silencio, acompañado de algún "¡Zas! En toda la boca"... Aquel hombre se echó hacia atrás... Sisebuto recapacitó, y decidió a bajarse... Cuando de repente, su hijo gritó:


+¡¡Yo si que confio en ti papá!! ¡¡Yo subiré!!


Aquellas palabras, en vez de causar un sentimiento de preocupación en su padre, lo animaron y le dieron la fuerza necesaria para intentarlo... Pues aquella situación era similar a decirle a un fuenlabreño "no hay huevos a..."...


Su hijo se subió en aquella carretilla. Durante aquellos momentos, la plaza se empezó a llenar y llenar con más y más gente. Varios helicópteros sobrevolaban la zona. Los ejecutivos de la torre intentaron hacerle recapacitar, pero no había manera, porque Sisebuto sabía que alguien tenía Fe en él... Entonces, puso la rueda sobre el cable de acero, y se precipitó, con el corazón en un puño, a cumplir aquel reto...


Y Sisebuto lo consiguió. La historia no dice nada más, simplemente, aquel hombre fue capaz de hacer algo que a primera vista, y con toda la lógica del mundo, parecía imposible. Pero fue capaz porque sabía que podía hacerlo. Porque tuvo el apoyo necesario para aventurarse a lo imposible, sabiendo que podía hacerlo. Y es en situaciones en las que realmente veamos que intentar cumplir nuestro objetivo sea un suicidio, en las que debemos demostrar que realmente somos capaces de lograrlo...


*Ahora, personalmente, a ver quien tiene las narices de leer todo esto...*

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